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domingo, 31 de mayo de 2020

Pentecostés, Septuagésima y ASPO

De Cenizas a Pentecostés
Hoy estamos celebrando la Solemnidad de Pentecostés, culminando así los 90 días que la Iglesia nos ofrece cada año para nuestro crecimiento en el seguimiento de Jesucristo. El centro es el Triduo Pascual, la Cuaresma nos prepara a esa celebración invitándonos a la conversión que se expresa en dos vertientes: la del recién convertido con ritos que lo preparan a recibir el bautismo y la otra en un camino penitencial para quienes ya están bautizados. Para éstos últimos se propone especialmente la oración, el ayuno y la limosna como expresión de esa conversión y cambio de vida. Y una vez celebrado el Triduo Pascual comienza el tiempo de Pascua, 50 días para verificar los cambios que Dios nos ha propuesto, tiempo para ejercitar lo aprendido.
Unos cuantos siglos atrás a los cristianos más observantes le pareció que incluir los domingos en esos días penitenciales de la Cuaresma contradecía su sentido pascual, como día de resurrección del Señor. Entonces se agregaron unos días para que hubiera un total de 40 sin incluir los domingos, así llegamos al  miércoles de Cenizas, que abre el tiempo de Cuaresma.
Posteriormente esa observancia pareció poca y se empezaron a agregar "semanas preparatorias" a la Cuaresma, y hubo una "Quicuagésima, Sexagésima y finalmente la Septuagésima".  Como el trabajo de conversión siempre es arduo parecía que así, con más días de penitencia en el calendario,  se favorecería una conversión más profunda y un camino de santidad asegurado...

Mejorando el camino de conversión y santidad
Llegado el siglo XX esto se mantenía, pero para muchos católicos esos 30 días previos ya no estaban muy presentes en su vida espiritual y el esfuerzo por convertirse seguía siendo igual de arduo. Así que en la reforma encarada por el Concilio Vaticano II (ya comenzada en los años '50) y plasmada a los finales de los sesenta y setenta, pareció oportuno volver a los 40 días (sin domingos) y reforzar su vivencia con la propuesta de un elenco de lecturas de la Palabra de Dios que acompañe a los fieles en su camino penitencial. Se hizo lo mismo con el tiempo Pascual, tiempo para verificar lo alcanzado durante la Cuaresma y que al finalizar en Pentecostés, con el don del Espíritu Santo el fiel estaría ya preparado para vivir un año bajo el signo de la gracia Pascual y se proyectaría a la santidad.

No estoy en condiciones de decir que esto haya sido un fracaso como podrían ver algunos al no verificar mucha conversión en algunos católicos que conocen, pero sí que esto podría mejorar muchísimo se supieran para qué están esos días! Qué se espera que cada uno alcance, cómo crecer en su relación con Dios para conocer mejor Su voluntad sobre ellos. En este día cada uno de nosotros debiera estar en condiciones de decir qué hábitos cristianos hemos adquirido o renovado en este tiempo y cómo se está verificando en nuestra vida. Pero también debiéramos proponernos mantenerlos a lo largo del año, porque de eso se trata, no que todo caiga mañana, terminados estos tiempos fuertes. Reconocer los hábitos cristianos adquiridos y mantenerlos en nuestra vida: en esto consistiría el éxito de estos 90 días.

Pensando en la salida de esta ¿Noventena?
Todo esto lo podríamos relacionar con estos días de Aislamiento Social Preventivo y Obligatorio, que ya ha llegado a la Septuagésima y se encamina a la Nonagésima... Se trata de saber si hemos adquirido algunos hábitos saludables y los mantenemos en nuestra vida cotidiana. Si es así ya podríamos llegar al "Pentecostés" de este ASPO, y listos para una vida social más saludable, diáfana, alegre, sino... llegarán los demonios que queríamos exorcizar, vendrán los lamentos y llantos, la hecatombe social, política y económica. Tendremos que volver al inicio, a ver si aprendemos hábitos saludables, salvíficos, que no sólo nos liberen del coronavirus sino, sobre todo, de nosotros mismos, de nuestro egoísmo y aislamiento habitual en el que solemos vivir y que ocupa nuestro tiempo pero que no nos da Vida Plena, como la dan Jesús y su Espíritu.

La Vida Nueva después del Covid-19: no se trata de leyes, se trata de espíritu, espíritu humano auténtico que cuida de sí mismo y de sus hermanos, de Espíritu Divino que eleva más allá de lo imaginable la condición humana.